Ludwig van Beethoven
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Beethoven
nació el 16 de diciembre de 1770 en la ciudad de Bonn, al oeste de Alemania.
Allí, durante sus primeros años de vida, estuvo expuesto a una exigente
formación musical por parte de un padre obsesionado en convertirle en «el nuevo
Mozart».
Tal
cuestionable ambición, unido a un no menos peligroso carácter ligado al
alcoholismo, repercutió directamente en la vida personal, académica y social
del joven Beethoven, no solo haciendo de él un niño introvertido y miedoso,
sino un mal estudiante demasiado cansado para atender las lecciones de la
escuela después de pasar las noches ensayando ante el piano.
En
cualquier caso, sin justificar los medios que pulieron su talento, la realidad
es que con tan solo siete años, Beethoven ya era capaz de dar recitales de
piano que dejaban al público boquiabierto; entre ellos, al mismísimo Christian
Gottlob Neefe, que quedó tan impresionado con la habilidad del pequeño
Beethoven, que se interesó en guiar, enriquecer y perfeccionar su formación.
Así, a los 10 años abandonó la escuela para dedicarse enteramente a la música y
a los 16, la nobleza de Bonn le financió un viaje a Viena para aprender de los
mejores, entre ellos, del mismísimo Mozart; pero al poco de llegar a la capital
de la música, su madre cayó gravemente enferma y tuvo que regresar a Bonn.
(*)
Dice la tradición que Beethoven tuvo la oportunidad de tocar el piano en un
recital en el que Mozart estaba presente y lo dejó tan fascinado que llegaría a
decir: «Este joven hará hablar al mundo».
Tras
la muerte de su madre, su padre cayó en una profunda depresión que obligó a
Beethoven a hacerse cargo de sus hermanos pequeños tocando la viola y dando
clases de piano. Por suerte para él, no tuvo que alargar este tipo de trabajos
por mucho tiempo, pues su extraordinario talento cada vez era más conocido y
eran varias las personas interesadas en financiar su completa dedicación a la
música. Y así pasó más de 10 años en Viena como un músico económicamente
independiente hasta que, pasados los 30, empezara a experimentar serios
problemas auditivos. Beethoven probó diferentes procedimientos para curar su
eminente sordera, pero nada funcionó. Tal fue su impotencia, que valoró el
suicidio, pero sabía que aún tenía todavía mucha música que regalar al mundo y
siguió componiendo hasta su muerte a los 56 años, dejándonos un legado musical
de nueve sinfonías, 32 sonatas, dos misas y una ópera que le consagran como uno
de los mejores músicos de todos los tiempos.
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